Por darle trova accidental a un rock and roll que agonizaba, suerte de voz angelical que puede transmutar el alma.
Por dar color a mi sopor, para taparme de locura y en cada acorde ese calor que ha de soldar las armaduras.
Por tu fiel versatilidad que puede sucitar pasiones como también contagiar de fe a los muertos corazones.
Por denunciar al ring traidor que arremetió contra la vida, pues no hay fusil ni represor que pueda herir a las doctrinas.
Por transmitir a viva voz, junto con los de tu calaña que todo el mundo lleva un dos y atrás un cero en las entrañas.
Por todo esto el manifiesto de nuestra eterna gratitud, por esta fiesta de actitud que nos ha vuelto pastilleros.
Y aunque te cueste abandonar el manto noble de humildad que cubre el alma de los grandes, sabe que el rock no olvidara que alguien lucho por su lugar y se llamó Piti Fernandez
Santiago Aysine
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